One family one tree

Blantyre (Malawi), 10 de agosto



Los versos que siguen son un regalo
de abuelo en ciernes para Rosa y Guillermo.
Desde estas tierras lejanas de África... un beso



ONE FAMILY ONE TREE

llenas sus ramas de sol y viento
brisa marina
sol de agosto,
de invierno,
raíces hendiendo la tierra
bebiendo los arroyos,
la lluvia,
bebiendo las estrellas de leche
de los Picos oscuros
en la greda dura de la Tierra,
sombras profundas
asomadas en lo alto
sobre nuestro vivac.
Contar estrellas.

One family one tree

seguro que recordáis las hayas
un día perdidos en Roncesvalles,
desnudos fantasmas
pacientes en los brazos de la niebla
robustos y esbeltos troncos
de mansos brotes la madera.
En el principio fue un hayuco
después un árbol
más tarde el terciopelo de las hojas nuevas,
allá allá la primavera.
O la higuera de anchos brazos
y hojas rasposas
en cuyos pies nacieron
también jóvenes renuevos...
sí, frente a la cabaña.
O aquel otro arbolillo de la abuela,
el ligustro despelucado de la parcela:
o el plátano que guarda entre sus raíces
a nuestra perra Lola.

One family one tree

árboles entre cuyas ramas y raíces
duermen el fluir de nuestras vidas,
ramas de sol y viento,
de mar y olas y
tormentas sobre el Pirineo.
El inquieto y poderoso mar
o simplemente aquel tojo en las cuestas de Gredos,
retorcido, añoso, paciente buen amigo.
Árboles, mar y viento...
y nuevos brotes,
una dulce ola con el quiriqui de su espuma
dejando un beso,
efímera, apacible, buenos días.
Primavera, un brote nuevo.
Este año fundiremos una campana
y la instalaremos en una rama alta
de El Chorrillo para cuando llegue el momento.

Gracias vida, gracias viento.

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